#RopaSucia está pensada como un lavadero comunitario para comunicar vivencias de misoginia, exclusión y otros géneros de prácticas que injurian o invisibilizan el trabajo efectuado por mujeres en el medio cultural.
Nació como un emprendimiento para la galería House of Gaga que presentaría múltiples piezas de versistas en la Galería Independencia en el mes de julio de 2015. Comenzamos a divertirse con el chiste de language poetry, que entonces derivó en slang wash poetry, pero no iba por ahí, hasta el momento en que recobramos el tema del trabajo escrito por mujeres y unas estadísticas que habíamos documentado sobre premios y becas, y con estos datos duros en la cabeza y un chorro de presentes propios y extraños que oímos de colegas escritoras nos hayamos puesto a echar lavadero a chats. Después todo tomó sentido, #RopaSucia, jabones Zote, la iniciativa de bordar ropa, el tuiteo… Terminó de esta manera: lanzamos el hashtag para recobrar oraciones que gobernantes culturales, colegas escritores y artistas tutti frutti soltaban denigrando el trabajo de sus compas mujeres, las bordamos en chones y otros harapos, ensuciamos la ropita con vino tinto, café y tinta china y la pusimos a orear, al lado de las estadísticas representadas con jabón Zote, que daban a conocer la proporción de hombres y mujeres en varios de los primordiales reconocimientos nacionales para escritores y también intelectuales.
La mamacita
Güey, la mamacita se encontraba parada allí, enseñando las piernas. Sabía que se encontraba bien, la canija. Llevaba ese balancear que tienen las chicas que se saben guapas, esa seguridad en ellas que las hace aún mucho más perfectas de lo que son. Sabía que sus rodillas eran como un sueño de esos bonitos de los que unos se lúcida y se siente triste pues deseaba proseguir soñando. Solo que sus rodillas jamás desaparecían. Estaban allí. Redondas. Listas para los ojos de cualquier persona que quisiese ponérselos. Y ya que yo sí deseé, ponérselos. En ellas y en el resto del cuerpo. ¡Puta madre! se me cae, güey, seriamente, que aun pensé, puta, este culé habría de estar aquí observando lo que yo veo, por el hecho de que esta chava, no manques, se me cae que era de esas que solo ves una vez en la vida y te dejan colgante para toda la vida: el pelo rizado, los hombros moreno y descubiertos, la boca sensual, aquí, cachondona ¿no? y la espadaña y las nilonzotas e inclusive el tradicional lunar al lado del labio, uy, güey ¿Qué no hubiese hecho yo por ella? ¡Hija de suudo!
Pero aguárdate, güey, que en eso, mamacita saca un puro, y no sé porqué pero yo me imaginé que ni le agradaba fumar y que solo le llevaba por el hecho de que la hacía verse mucho más guapota. Y qué piensas que sí. Que con ese puro se veía mucho más hot, acariciando su lunar con el húmedo, ahora mí se me comenzó a paraguas, aquí, machín, pero precisamente machín. Tal como las primeras ocasiones, en el momento en que se encontraba bien chamaco y en casa de mi tía descubrí las páginas centrales del tvynovelas, con sus artistas babosas en sus bañadores. Ya conoces. De eso que se les ponen las venas como las de un colgado… Ya que bien, ¿exactamente en qué me quedé? Ah, sí, que la mamacita saca un cigarro y le da unos ahumados y saca retardado el aire formando unas donitas bimbo de humo… Y en eso, cabrón. ¡No mamas! Que la pinche vieja, pero de esta forma de la nada, güey, seriamente, de la nada, que se incita sobre el vehículo que venía pasando por la calle y… ¡Verja! la máquina le da una puesta que le manda a volar unos 2, tres, unos 4 metros mucho más allí. ¡Cíngala! Y yo ya que que me detengo corriendo y la voy a ver, pues sí me atemoricé, güey, si yo jamás había visto nada de esta manera, ni un fallecido ni un accidentado ni nada, y ahora en el momento en que llegué allí, vergues, vergues, vergas vergas! ¡No me lo vas a creer, cabrón! Ya que que mamácita ahora ni mamácita era. Sí, ahora sé, genial, evidente que no estaría de esta manera de buena, a huevo. ¿Había de estar con las tripas de fuera y la cara destrozada y de esta forma con los brazos todos torcidos como un maniquí roto o una profesora de yoga no? Pero ni mamás, era eso, genial. Nel. La pinche mamacita en este momento era un pincho ñor, gordito, atascado: con las tripas reventadas y los brazos torcidos, pero un ñor, güey, un pincho burro maloliente y gordito, ah , pero eso sí, con exactamente el mismo lunar especial al lado de la boca ¡A la verrrrga! ¡Pincha escalofrío culero! El tipo que venía conduciendo, que llevaba una cara de susto que no te terminas, me preguntó qué había pasado con la señorita. Se encontraba igualmente asustado que yo y mejor se realizó bien colgante, me mencionó que iba al vehículo por su cielo y que en eso se pela el puto. Coge el turismo y comienza. Yo debí sacarme en chinga, si no asimismo me aplasta a su escapada y por el momento no te la estuviese contando.