Pero los sulfitos no solo están en el vino. Del mismo modo, tenemos la posibilidad de hallarlos de manera natural en alimentos que experimentan una fermentación, como el pan, pasteles, queso, iogur, cerveza o sidra. Asimismo se agregan artificialmente como conservantes en artículos cárnicos, conservas o crustáceos. En un caso así, bajo la nomenclatura Y también-220. Conque, si estos modelos no te generan malestar, no debes inquietarte por los sulfitos del vino.
¿Y por qué razón en el vino resaltan mucho más? Pues las bebidas alcohólicas no tienen obligación de integrar sus elementos en la etiqueta, salvo las substancias alérgenas. En un caso así, los sulfitos se indican para avisar a quienes sufren alergias o son sensibles a este compuesto, como tienen la posibilidad de serlo en el gluten o en la lactosa.
Vinos orgánicos bajos en sulfitos que te aconsejamos
Este vino desarrollado por una tierra llena de vida nos da lo destacado de la cepa sangiovese, entre las mucho más apreciadas cepas en la toscana. Poggiotondo Chianti nos conquista con su color carmesí y sus aromas a frutos colorados y toques herbales, ¡explora sus maridajes y deja que te sorprenda!
¿Para qué valen los sulfitos al vino?
Los sulfitos marchan como conservadores para el vino, son antioxidantes, agentes antimicrobianos y antioxidásicos. Así, evitan la oxidación del vino, que sus características organolépticas logren verse perjudicadas y la oportunidad de que se desarrollen microbios o bacterias (suprimen las bacterias que hacen que el vino se logre avinagrar).
Además de esto, contribuyen a encender la fermentación alcohólica y tienen efectos sobre la maceración, el color, el fragancia y el gusto del vino. Por tal razón, varios enólogos deciden añadir algo mucho más de sulfitos de manera exógena a los vinos, si bien siempre y en todo momento acatando los límites establecidos por las reglas de cada país. Y sucede que son una increíble forma de garantizar la conservación del vino y la supresión de bacterias.
¿Por qué razón escoger vinos sin sulfitos?
Quizás uno podría llegar a la conclusión de que, basado en los datos aportados, no hay ningún inconveniente en consumir vinos con sulfitos. Pero no es de este modo. ¿Por qué razón? En un comienzo se afirmaba que otros modelos asimismo los poseen. Por poner un ejemplo, se usan en carnes, mariscos, verduras, hongos comibles, jugos, sidras… Si se bebe vino con sulfitos, es muy simple sobrepasar los límites antes nombrados de 1,5 mg por kg como máximo cada día.
Además de esto, los que se agregan fueron tratados de manera artificial y no se han producido a través de la actividad de las diastasas en la fermentación, como sucede en los vinos naturales. Esto tampoco es un apunte conveniente
Los sulfitos en la copa
Desde la perspectiva del análisis sensorial, en el momento en que un vino tiene dentro mucho más de 35 mg/l de sulfuroso libre, puede picar tenuemente la nariz; y si es negro, perder algo de color, que entonces se está recuperando.
El mayor riesgo para los vinos es la patología del avinagrado, que se descubre por la acidez volátil. Este fenómeno es irreversible, con lo que, en el momento en que la acidez volátil afirma que un vino tiene ahora defecto de avinagrado, entonces por el momento no hay antídoto. Pero la acidez volátil sube en el momento en que desciende de diez el sulfuroso libre. De ahí que, observando el sulfuroso libre de los vinos, se impide esta perturbación.