para el que me critica por hecharme un vaso vino

Fui a la manifestación por la clausura de los cines Ideal, en la Plaza de Jacinto Benavente y, solamente terminaba de iniciar, me sobrevino uno de esos vientos intempestivos que en este momento me asaltan habitualmente. Pero absolutamente nadie se percató a mi alrededor. Lamenté haber ido por el hecho de que éramos prácticamente 4 gatos y prácticamente todos unas ruinas humanas como yo. A ningún joven madrileño le importa que desaparezcan los últimos cines de La capital de españa; jamás ponían los pies, se habían habituado desde pequeños a conocer las películas que ordenaban –si se puede llamar películas a estas imágenes que entretienen a las novedosas generaciones– en las pantallas de sus ordenadores, sus tabletas electrónicas y móviles inteligentes.

Osorio, poniendo de ilusionado, afirma que en este momento que han desaparecido los cines deberé habituarme a conocer películas en las pantallas pequeñas. Pero no lo voy a hacer; asimismo en esto proseguiré leal a mis viejas aficiones. He vivido bastante para importarme que me llamen fósil, ludita o, como me afirma Osorio realizando ascos, “irredente conservador”. Lo soy y lo proseguiré siendo mientras que el cuerpo aguante (no creo, dicho sea de paso, que por un buen tiempo mucho más). Vamos, otro viento; pero tampoco absolutamente nadie lo ha sentido, sabiendo la indiferencia de las caras que me cubren.

«Tan exquisito líquido como es el vino, tuvo siempre y en todo momento una crítica simpática. Aristóteles se preguntaba por qué razón el vino mezclado con agua emborrachaba mucho más que el puro vino de solera. Y el vulgo habitual tiene relación a que : «De los vinos, el viejo; de los amores, el nuevo»

Pero, precaución, que asimismo tiene el vino ciertas contraindicaciones: los excesos desmesurados por ingestión etílica en el momento en que se bebe sin control; por el hecho de que, entonces, puede ocasionar varias anomalías de la salud que acarrean nosologías de peligro hepático , renal y efectos colaterales inducidos que en los alcohólicos generan insomnio, trastorno de la personalidad, caer en descrédito frente a la sociedad, perder el juicio y la razón los borrachos, si hacen mal vino… El vino tiene asimismo popularidad de ser afrodisíaco El sexólogo Claude Tiller afirmaba que: Comer es una necesidad del estómago, y tomar es necesidad del espíritu y del amor, quizás de ahí que, en el siglo III aC, fue símbolo de perversión y de bienestares licenciados , en aquella vieja Roma que se autodestruyó por la opulencia, vicios y perversiones lujuriosas. Tan exquisito líquido como es el vino, tuvo siempre y en todo momento una crítica simpática. Aristóteles se preguntaba por qué razón el vino mezclado con agua emborrachaba mucho más que el puro vino de solera, y el vulgo habitual tiene relación a que: «De los vinos, el viejo; de los amores, el nuevo». Goethe, afirmaba: «La vida es bastante corta, para tomar pésimos vinos». Stevenson, que: «El vino es como un poema en el vaso». Y Cervante escribió a Don Quijote: «Tan prominente volaba el vino, que ponía las alas en las nubes, donde él jamás le dejaba un buen tiempo a fin de que no se lo aguarase». Y Quevedo, que: «Mejor es fallecer de tomar vino, que ahogarse en el agua». Asimismo Sancho Panza, en Don Quijote, balbucía las expresiones, quizá con una copa otras: «¡Oh, muy, muy bello licor!/ quién afirmará de tu parentela/ a mi padre llaman parra/ y por apellido cepa/ y después me hice labré/nací en sarmiento/ y en el momento en que me maduré/ me vinieron a recortar/ Me metieron en una cesta/ y me llevaron al lagar/ allí me pisaron las tripas/ y el caldo me echaron/ Me metieron en la cisterna/ y me taparon con tierra/ y en el momento en que ‘criao’ estuve/ me vinieron a evaluar/ Y salí tan buen danzante/ y con tanta ligereza/ que al mundo entero que me tome/ le hago clavar la cabeza”. Y Cervante, como «El manco de Lepanto» que fue, semeja tambalearse con una copa de vino que alternaba con la espada, diciendo: «Pico en el momento en que tengo ganas/ y en el momento en que no la tengo/ y en el momento en que me lo obsequian/ por no parecer un mal criado`/ que un brindis de un amigo/ ¿qué corazón es tan de mármol que no realice la razón?» (realizar la razón», era tomar). Tirso de Molina, afirma en «El Burlador de Sevilla y también Invitado de piedra»: Poco toman por allí/ yo tomaré por los 2/ Brindis de piedra, por Dios!/ menos miedo tengo ahora” .Al poeta de Ceuta, Luis López Anglada, yo lo he visto allí recitar su soneto «El Celler»: «Bajé contigo, amor, a la bodega/ y me aproximé a la barrica que allí dormía/ para poder ver si era verdad que medraba / la flor del vino, enana y ciega / Y para ver lo que se hunde / el vino en el corazón creí que unía / para jugar tu boca con la mía / pues el cariño no sabe / a eso que juega/ Uniendo de esta forma a tus labios vino y mieles/ le ofrecemos a la flor de las barricas/ como vaso tu labio femenino/ Y todo fue tan dulce y abundante/ que jamás la bodega vio a otro apasionado/ ebrio de tanto amor y tanto vino”. Ya que, con el debido respeto y la venia de los que leen, va mi brindis por todos. ¡SALUD…!.

Evita la artrosis

Una media de entre cinco y diez copas de acierto por semana podría achicar las posibilidades de contraer artritis reumatoide reumática en un 50%, según estudios completados en distintas unas partes del planeta.

Como bastante gente conocen y ahora comentamos previamente, muchas de las características del vino tinto viven en sus antioxidantes. Entre otros muchos efectos positivos para la salud, estos elementos son verdaderamente útiles para achicar o postergar el peligro de sufrir cáncer de diferentes tipos. Singularmente de colon, de mama o de pulmón.

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