Frases desafinadas | Francesco Zonin y el marketing de los deseos

Frases desafinadas Francesco Zonin y el marketing de los Francesco Zonin es una persona inteligente y preparada. En las últimas semanas ha sido de gran ayuda y ha estado presente en diversas conferencias y eventos. Yo mismo lo conocí en Vinitaly y tuve una excelente impresión. A él le debemos una de las declaraciones más bonitas de los últimos tiempos, lanzada durante el encuentro de Perugia sobre vino y comunicación: “lo que marca la diferencia son las personas más que los vinos”. Francesco, sin embargo, desde hace un tiempo repite una de las frases más desafinadas que he escuchado en mi vida.

El último en Perugia y en este punto urge afinar el instrumento. Francesco afirma que el panel de cata creado para My Feudo sirve a la empresa para comprender mejor los gustos y tendencias de los consumidores, para «satisfacer sus expectativas». ¿Zonin, como gigante corporativo, tiene el problema de entender lo que quiere el mercado: barricadas, acero, frutas, terroir biodinámico o qué otras diabluras? En estas dudas está toda la diferencia entre un enólogo y una empresa que elabora vino.

Tratemos de traducirlo en palabras más humanas: ¿debo hacer vino como quieren los consumidores o me interesa expresar la variedad de uva y el territorio de la mejor manera posible sin prestar demasiada atención a los gustos del público? Aventuro una respuesta brutal: ¡a quién le importa lo que quieran los consumidores! El mundo del vino en los últimos años está lleno de historias contracorrientes y de hombres que literalmente lo han puesto patas arriba. ¿Queremos hablar de la Incisa della Rocchetta y de esa herejía llamada Supertuscan?

Ningún consumidor podría predecir su éxito porque el consumidor es la persona más ignorante que existe (en el buen sentido, por supuesto). Los amantes del vino buscan una emoción indefinible y desconocida, quizás un perfume -a veces un pedo- que les dé escalofríos: en definitiva, el consumidor quiere asombrarse. Quizás este sea el único propósito de un enólogo que ama su tierra, devolverle la vida en una copa de asombro y gracia infinita. Así que, querido Francesco, sé viñador y hazlo con el corazón. Para todo lo demás está el marketing.




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