Hablar bien de Carlo Ferrini me sacará reprimendas redundantes por estos lares y tendré que disparar más alto de lo habitual el volumen de la alfombra sonora, según los Rolling Stones de estos últimos días. Pero yo soy lego y los que catan vinos partiendo de prejuicios me dan urticaria.
Probé Giodo 2011, Toscana igt Sangiovese producido en Montalcino por Carlo Ferrini y me encantó. ¿Pero cómo? ¿Carlo Ferrini el enólogo? No, Carlo Ferrini agrónomo, luego enólogo y ahora también productor de vino.
La firma se puede reconocer en el cristal. Cada obra tiene algo de autobiográfico y Ferrini, que hace Sangiovese para sí mismo, en la empresa que posee, es de hecho autobiográfico. Dos hectáreas y media en Montalcino hacia Sant’Angelo de Sangiovese hileras que no ven más que el Monte Amiata y donde Ferrini cría al menos diez clones diferentes seleccionados durante la larga experiencia con esta vid iniciada como agrónomo en el Consorcio Chianti Classico.
Giodo 2011 tiene una fruta reconocible incluso en la zona de origen que sinceramente me sorprendió porque hubiera apostado por Chianti Classico. Producido en muy pocas botellas (en Italia hay 600 y solo 300 de Brunello en circulación) es un vino sagaz, que no pisa la mano y con una extracción equilibrada. La entrada es suave, los taninos muy elegantes y una acidez fresca, tónica que da ritmo al trago agradable y un final persistente. El olor a madera no molesta, al contrario, me pone en paz con el roble.
Me gusta hablar de Sangiovese, Sangiovese en Montalcino, se lo merece, es el punto de apoyo de la enología italiana y me consuela redescubrirlo en pureza y por fin libre de las contaminaciones estilísticas de años pasados.
Aprendí que Ferrini no entrega sus vinos a guías y no quiere puntajes. No te preocupes, Carlo, hasta las notas me dan urticaria.
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