Sin embargo, lo haces con naturalidad, sin sentirte culpable, casi asombrado de tu propio descaro: beber vino en un vaso de plástico. Deja que los espíritus de los enofighetti se calmen y no te quedes para pronunciar nada: cuando entres en el trastienda en Roma se bebe el vino en un vaso de plástico, aunque tenga forma de copa, por supuesto.
Pero es la oferta general la que te tranquiliza, porque todo se centra en la cocina, intentando que todo lo demás sea imprescindible. Y así tú mismo pones la mesa, tal vez abriendo el cajón de la mesa en el mostrador, perfecto para aquellos que quieren comer solos y tal vez ver cocinar a los chefs.
Mejor no ser entrometido porque tienen mucho que hacer durante el servicio, pero el chiste siempre está listo, las ganas de discutir también, el plato se comenta al instante. Trabajan en banda, todos son cocineros, se ha suprimido la figura del camarero, son los testaferros José Lo Judice Y Alejandro Miocchi, Bono y Al filo de la situación. En primer lugar, el nombre: taller porque los artesanos y también los artistas, creo, trabajan en el taller. Retro porque siempre hay un lugar escondido, en este caso una sala privada donde refugiarse para ocasiones especiales. Luego la elección de trabajar sin ser esclavos del menú y por lo tanto, de la pizarra que actúa como leitmotiv, ya que todos los días los platos cambian, dependiendo de la inventiva, de la disponibilidad en el mercado, para mantener los costos bajos, trabajando un mucho en el ingenio.
En resumen, no hay desperdicio, todo se aprovecha al máximo. El aperitivo de mollejas fritas te hace caer del taburete por su bondad y el nuevo concepto de presentación, los espaguetis con caballa son potentes, directos, casi escandalosos en su primitiva sensualidad. Entre los segundos, el pichón es crujiente, picante, que invita a un grito gutural tras chuparse los dedos.
Los langostinos encebollados son buenos, queda el lugar para los postres no baladíes, vendidos a precios populares. El vino lo eliges tú, a la vista, con pocas etiquetas pero sin botellas aburridas. Aquí uno cerraría los ojos para ver a Pepe Carvalho sentado a la mesa, quizás al lado del inspector Montalbano, es el clásico lugar del que no te cansas, donde puedes volver todos los días porque algo que probar del día anterior tiene izquierda. Consejo final: mejor utilizar horas extrañas para comer, cuando el grueso del público se ha ido.
Precios: 35 euros el menú del chef, entrantes 10/13 euros, primeros 9/11, segundos unos 16, postres 6.
Restaurante de la tienda trasera
abierto de martes a domingo
de 12.00 a 00.00
Cerrado el lunes
Via della Stellatta, 4 – 00186 Roma
Teléfono 06.68136310
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